sábado, 14 de enero de 2012

Comentario de un cómic: variación I



Un aula desvencijada. En las paredes, láminas amarillentas y descoloridas de cuadros de grandes pintores: Velázquez, Goya, Rubens, el Guernica… Por la ventana apenas se vislumbra un árbol fantasmagórico en la oscuridad de una tarde de invierno.
Entra la profesora: alta, delgada, con moño alto y rictus de asco. Parece la señorita Rottenmeier. Los alumnos, asustados, se encogen en sus bancos. Sin mediar palabra, deja el bolso sobre la mesa del profesor. Se acerca al proyector y lo enciende.



¿Alguien ha visto esto antes? (Silencio sepulcral.) ¿Nadie? (De nuevo, silencio.) No me extraña. Los niños de hoy en día sois burros hasta para la cultura popular. Tanta televisión y tanto videojuego os tiene completamente embrutecidos. (Vuelve a la mesa y se sienta. Recorre la clase con la vista. Los alumnos rehúyen su mirada: sacan los libros de las mochilas, comprueban que los bolígrafos pintan, ponen la fecha en el cuaderno… Ella les mira con desprecio.) Bien. Como sabéis, el próximo viernes tenemos el festival cultural. No sé por qué el director se empeña en intentar inculcar algo de cultura a la panda de necios que sois, pero no hay forma de convencerle de vuestra inutilidad. En cualquier caso, este año ha considerado oportuno traer a dos de los supuestos “grandes” del cómic nacional. No sé a santo de qué consideran que el cómic es un arte, pero, claro, como profesora de la materia, el director ha decidido que sea yo quien os explique su último trabajo, a ver si, en la conferencia, sois capaces de parecer mínimamente inteligentes y cultos, para dar una buena impresión, aunque falsa. (Una pausa. Vuelve a recorrer la clase con la mirada. Fuera, un relámpago anticipa el terror, y el árbol se convierte, por un momento, en un esqueleto viviente.) Bien. ¿Qué podéis decirme de este dibujo? Nada, por supuesto. Tres meses de clase y ni siquiera sabéis comentar una imagen. (Se levanta de la mesa y empieza a pasear entre los bancos. La frente alta. Las manos a la espalda.) Para empezar, como he dicho, estamos ante una muestra de un género mal denominado como “arte popular”: el cómic. ¿Qué quiere decir esto? Que no se trata de una obra única, como en el arte serio, sino de una obra producida en masa, que cualquier inepto puede encontrar en esas grandes superficies comerciales destinadas al consumo. (Pausa. Los alumnos toman notas.) Sigo sin entender cómo puede considerarse arte. (Ha llegado al final de la clase. Se detiene. Los estudiantes sienten su mirada como una sombra de muerte.) Incluso, concediendo ese estatus artístico a dicho género, la obra que comentamos no llega ni de lejos a la calidad artística de otras piezas de cómic. ¿Alguien sabe decirme por qué? (De nuevo, silencio y movimientos de nerviosismo. La profesora vuelve a pasear.) Sois unos inútiles. Llevamos tres meses hablando de composición de la imagen, de estilos del trazo, de colores y sombras. Realmente no sé a qué aspiráis. (Llega de nuevo a la mesa del profesor. Se sienta. Parece una gárgola dispuesta a saltar al cuello de sus alumnos.) Bien, pequeños ineptos, si en Selectividad os cayera una imagen como ésta —Dios no quiera que fuera de este instituto se considere arte el cómic—, si os cayera, lo primero que tendríais que decir es que se trata de una imagen con dos dibujantes diferentes. (De su bolso, saca una varita plegable con la que va señalando los detalles en la proyección a la vez que habla.) En este dibujo, en concreto, vemos cómo prácticamente toda la imagen tiene un estilo en el que predomina el trazo ligero y la línea irregular y angulosa. En cambio, si nos fijamos en la figura superior, encontramos un trazo seguro, definido, de línea curva y ancha. Ésta es la primera clave para identificar la diferencia de autores. (Mira de nuevo a los alumnos. Estos toman notas a toda prisa, evitando el contacto visual.) Otro elemento clave es la aplicación del color: el dibujo irregular viene reforzado por el contrase entre los tonos fríos —azul y gris, algo de violeta— y cuatro elementos de tonos tierra y amarillentos. Si sois capaces de verlo, notaréis también que se trata de una técnica de acuarela aguada, retocada con rotulador. La figura discordante, en cambio, se remite a un simple contraste de blanco y negro, eleminando toda posible sutilidad y sugerencia de la imagen y reduciéndola, casi exclusivamente, a las líneas básicas del dibujo. (Mientras habla, va señalando los puntos en la proyección. Al parar, se da en la mano con la varita como si ésta fuera una fusta. Los alumnos siguen mirando hacia abajo.) Si fuerais un poco inteligentes, comentaríais el contraste entre esta simplicidad de la figura superior y el barroquismo del resto de la imagen, en el que también vemos las sombras y un interesante juego de perspectiva y punto de fuga. (Mira la imagen.) Quizá eso es lo único que la salva. (Otro relámpago. Mira por la ventana la oscuridad amenazante y vuelve a pasearse entre los bancos.) También, deberíais explicar la composición de la imagen: los puntos cálidos refuerzan una división en cuadrículas —irregular, por supuesto, respondiendo al carácter del trazo y el color— compuesta por la figura humana inferior, los dos candiles y el arco que recuadra la figura superior. El punto central de esta estructura es la escalera, que separa los dos niveles de la imagen: este elemento articula la orientación de toda la composición en una dirección vertical ascendente destinada a reforzar esa figura superior. (Pausa. Pasea por la parte de atrás mientras los alumnos siguen escribiendo como locos. Vuelve a mirarles con desprecio.) Si tuvierais un poco de sensibilidad, veríais que el personaje del cuadro inferior está de espaldas, lo que le niega toda personalidad, mientras que el otro aparece de frente, siendo el auténtico protagonista de la escena. La colaboración de estos dos dibujantes tiene entonces un sentido ideológico claro en el que uno se encarga de crear un ambiente propicio para hacer resaltar el personaje del otro. Esta jerarquía se ve tanto en la composición como en el estilo de cada uno de ellos aunque de forma inversa: si en la composición resalta el personaje de dibujo simple, en el estilo es todo el resto de la imagen donde se nota una conciencia más trabajada del dibujo y el color. (Para un momento junto a la ventana. Lentamente, regresa a la mesa del proyector. Los alumnos siguen cabizbajos y asustados. Sólo se oye su taconeo al andar y, ligeramente, los golpes impacientes de la varita contra su mano. Cuando llega al frente, vuelve a sentarse en la mesa.) ¿Alguna pregunta? (Se levanta una mano temerosa en las filas intermedias. No escuchamos la pregunta.) Sí, por supuesto, los cuadros también hay que comentarlos. Es una pregunta absurda: cualquier detalle que ayude a justificar el comentario tiene sentido. ¿Algo más? (Otra mano en la primera fila.) Señorita, ¿usted no escucha? Eso ya lo he explicado. Se trata de un estilo basado en la irregularidad: una escalera recta se presentaría como un punto de equilibrio visual que el dibujante no busca. ¿Alguna pregunta más que no sea absurda? (Silencio sepulcral. Otro relámpago. En el aire, preguntas no formuladas por el miedo: el nombre de los autores; la expresividad de la imagen; la importancia de los bocadillos de texto...) Bien. La clase ha terminado. Para mañana quiero un comentario perfecto de esta imagen. (Da una fotocopia a los alumnos, que empiezan a repartírsela en silencio. Apaga el proyector.) Valdrá dos puntos de la nota final. (Recoge su bolso y sale. Un último relámpago produce cortocircuito. La clase queda a oscuras. Todavía, silencio aterrado.)

2 comentarios:

  1. Wow... Cualquiera dice nada... Aunque, seguramente, la mayoría estemos a favor de la Srta. Rotenmeier...

    Una cosita (aunque seguramente sea absurda): lo de presentar un dibujo de cara y otro de espaldas, además de la estupendísima explicación que ha dado la profa, ¿no podrías relacionarlo con los retratos de Magritte? Sí, aquellos en los que el personaje aparece vuelto, con la cara tapada por una manzana o con la cabeza completamente encapuchada, sin que podamos saber su identidad. Con ello, creo yo, además de dar protagonismo a uno u otro, lo que busca es la mirada del que observa. Aquello de Machado "El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve". Puede que quizá en esta primera imagen no, pero en lo sucesivo, ve fijándote por si acaso, porque, por lo visto, es un concepto bastante usado en todas las artes vanguardistas y, después, a partir de los 60. (No se, Amparo, devaneos...)

    Espero la siguiente variación.

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  2. Ya, Amparo, pero hablamos de Drácula y todos sabemos que quien llega a la casa es el Harker. Lo que la Rottenmeier ésta ha olvidado es resaltar un poco el tema dueño y señor vs pobre invitado inocente. Pero cualquiera le pregunta nada :P

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